Por: Yasmín Nava
En entrevista con BLUM, Blair detalla cada uno de los aspectos que le dieron vida a su segundo álbum de estudio.

¿Cuando creamos —una obra de arte, un escrito, música— nos damos cuenta de lo que estamos invocando? Tal vez no seamos del todo conscientes de lo que estamos gestando hasta que la obra empieza a hablarnos de vuelta. Como si, al comenzar a escribir, un espíritu ajeno, y al mismo tiempo íntimo, nos poseyera. Así nació Bar Scorpios, el nuevo álbum conceptual de Blair, una obra que no solo se escucha, sino que se habita.
“Amo los discos conceptuales y tenía muy claro que quería hacer uno, y así fue como surgió esta idea y esta temática, a diferencia del anterior. En estos tres años me pasaron muchas cosas y eso refleja mi álbum, todo lo que fui madurando”.

Con la vibración de cada nota, despertamos un ser que está dormido dentro de nosotros. Comenzamos a pensarlo, a crearle una identidad, una historia; hasta que es capaz de hablar a través de nosotros.
“Al ser conceptual, tuve que pensar en una persona, y más allá de ella, por ejemplo sus datos, quién es, qué le pasa, qué la lleva a este lugar, en dónde vive, etc. Cada canción la encaré de una forma; yo me sentaba en el piano o en la guitarra y pensaba: ‘Esta será la canción con la que al personaje le pasa tal cosa y después hace tal cosa’, como si fuese un ejercicio de un taller de literatura. Es un buen ejercicio, porque tengo que cuidar que no se me desarme la historia”.

Y aunque el personaje es una creación, también lleva la huella de quien lo imaginó. “Es bastante autorreferencial. Hay cosas que se exceden, como la parte de los crímenes. Por ejemplo, la canción de “Padre Muerto“ no es para mi papá. Desde chiquita, tuve mucho contacto con la religión; fui a un colegio de monjas toda mi vida, hasta los 18 años, y también viví mi momento adolescente de revelarme contra eso”.
Aquí es donde la ficción comienza a mezclarse con lo personal, para convertirlo en un símbolo. Por eso en Bar Scorpios habitan referencias cinematográficas como Carrie, Fire Walk With Me y Las Vírgenes Suicidas. “La temática del terror religioso me gusta mucho”, aclara Blair.

Este material es el primero que lanza con Sony, y eso le permitió expandir aún más su universo visual. Para Blair, el videoclip no es un accesorio: es el otro 50% de la canción.
“Me crié con MTV y me pasa mucho que escucho canciones que no me gustan tanto, pero veo el video, una y otra vez, y al final la canción me termina enganchando. Por eso quería acompañar el disco con videoclips y no solo complementarlo. Si quieres explicar el concepto de un disco solo por las letras, tenés que acudir a la literalidad de algunas partes, porque sino no se entiende, y creo yo que los videos de este disco son literales y me permito jugar con metáforas en las canciones”.

Para este álbum, Blair cuenta con colaboraciones importantes, que surgieron de una decisión inevitable: el personaje necesitaba morder el fruto prohibido, para desencadenar su transformación. Solo atravesando ese umbral —como quien comete un pecado necesario— pudo abrirse a compartir su mundo con otros.
“Con Dillom tomé la decisión como si fuera a hacer un casting, porque tenía la canción de “Carne Viva“; me gustaba, pero no lo suficiente, sentía que le faltaba algo, pero no sabía qué. Me puse a pensar quién sería la persona indicada para sumarse al tema y ser ese personaje que yo necesitaba. Y también es lindo hacer una canción con alguien que es tu amigo, que no se siente como que que solo pactaste una sesión de estudio y ahí queda”.

Tal vez, sin proponérselo del todo, Mariana Enríquez sea el hilo conductor que une cada parte de este álbum. Su voz —no solo la que recita, sino la que habita en sus relatos— parece haber guiado a Blair como una sombra que susurra desde el margen.
“Más allá de que yo la admire como escritora, y sea la escritora más importante de terror contemporáneo en Latinoamérica, también la admiro como persona. Me encanta su obra, pero me encanta más como es ella, cómo habla, cómo se expresa, cómo piensa: es una persona que no pide permiso para opinar.
Pero también sucede que cuando eres artista, y tenés otros amigos artistas, puedes hacer un feat, y esa es tu forma de dejar un recuerdo en el mundo de ese cruce. Sin embargo, con los autores no pasa tanto. Con Mariana se me ocurrió hacer nuestra especie de feat en la que escribí algo, ella me lo corrigió y de base lleva la instrumentación”.

Bar Scorpios es un álbum completo, lleno de referencias y de gustos honestos, Blair confiesa: “A veces siento que hay artistas que hacen referencias a cosas que no consumen. Yo no podría hacer algo como El Mal Querer, por ejemplo, porque no leí Flamenca, no conozco esa cultura. No podría defender algo que no me representa”.
No se cree profeta de nada, pero sabe lo que quiere dejar. Un mensaje. Un estímulo. “No sé si inspiro, pero me gusta pensar que puedo empujar a otros a hacer discos conceptuales. A darle profundidad a lo que hacen.” Porque cuando las canciones funcionan por separado, pero juntas forman un universo, algo oscuro y honesto empieza a respirar.
Y ya no se trata solo de un disco, sino de una historia que no pide permiso para ser contada.

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