Por: Karla León / Fotografías: Pau Berruecos
En la segunda de tres noches en la Ciudad de México, la cantautora mexicana nos regaló interpretaciones magistrales que nos recordaron las virtudes de vivir en plenitud.

En una esquina discreta, en pleno corazón de la colonia Obrera, se alza uno de los recintos más emblemáticos de la década de los cincuenta: el Barba Azul, un cabaret con una atmósfera rojiazul que, esta noche, ha alterado su cotidianidad para recibir a Laura Itandehui, una de las voces más virtuosas de nuestros tiempos, y a su Gran Ensamble, liderado por Gustavo Guerrero.


Una luz teatral anuncia la aparición de la cantautora sobre una pista de baile que, por esta ocasión, ha tomado forma de escenario. Ahí, junto a Eugénie Jobin, Diego Franco, Santiago Von Sternenfels, Reynier Limonta, Gabriel Puentes, Tavo Nandayapa y Pablo González, Laura toma su lugar para encararnos: “¿De qué me sirve que ahora regreses? ¿No es suficiente con lo que has hecho ya tantas veces?”, canta como introducción a “Mejor Ya No Regreses”, uno de los primeros adelantos de Si me ven alegre, su segundo material discográfico, publicado a inicios de la primavera.


“¡Bienvenidos, bienvenidas, bienvenides! ¡Esta es una fiesta!”, exclamó ante un centenar de miradas fascinadas por su presencia. Con el tintineo de las copas y las llamativas siluetas femeninas que adornan el lugar, el público se unió fervientemente a los coros de “¿No Que No?”, una genialidad que fusiona guaguancó, bossa nova y salsa. “Es muy emocionante esta serie de conciertos. Es el producto de mucho esfuerzo, cariño y talento”, mencionó, tras reconocer la esencia de la noche como una celebración a la alegría y a la vida.



Más tarde, con “La Espera” y “La Distancia”, Laura nos adentró en una bohemia que enalteció los sonidos del bolero, el huapango, el jazz, el vallenato, el danzón y el son cubano. Pronto, abrió una puerta hacia el pasado y se derramaron lágrimas con “Trataré” y “Ojalá me Olvides”. Ya embelesados, nos regaló “La Apuesta”, una nueva canción de bossa-jazz que, posiblemente, escucharemos en los próximos meses.



En tanto, la cancionista decapó su corazón para interpretar “En Cualquier Lugar”, una carta de amor para Jorge y Andrés Tirado. “En aquellas cosas, que no advierte nadie más que yo, es ahí que te voy a encontrar, porque sé que siempre estás aquí, y en cualquier lugar”, rezó solemnidad y ternura.

La velada continúo con un cover de “Barato Total”, de Gal Acosta; al que más tarde se sumó “Mucho Corazón”, de Beny Moré, una de sus primeras influencias musicales. Tras la energía de “Tu Mirada” -que unió labios, entrelazó manos y conectó miradas-, la cancionista interpretó “Tal Vez”, un bolero con chachachá que dedicó a Daniel Zepeda, quien, como respuesta, cautivó al público con su clásico: ”¡Bendito, Dios!”. “Ya no puedo con la angustia y te confieso que me muero por saber: ¿Si quieres salir conmigo, con nadie más que conmigo?”, preguntó la artista, al tiempo que recibió un rotundo “¡Sí!” por parte de uno de los asistentes.



“Si Me Ven Alegre”, “Yo No Necesito de Mucho”*, “El Año Que Viene” y “Tiempo al Tiempo” anunciaron el cierre del concierto. Para ese momento, el espíritu del Barba Azul nos había absorbido por completo; parecía que el tiempo y el espacio se habían paralizado y, de inmediato, entendimos que la única constante era que ahí, a la luz de las velas, una verdadera diva de la canción latinoamericana –pero con mucha mexicanidad– nos había regalado un universo de risas y llanto, amor y desamor, gozo e infortunio; todo, como una respuesta natural a la eternidad de sus sonoridades.





Solo sé que esa noche coincidimos y nos vimos, y otra vez, tal como ayer, me sorprendiste, querida Laura. Gracias por la música.

*Para ti, Mafer.
#HablamosMúsica #HacemosRuido




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